El pichón de papel (Literaria)
Por Fabián Muniz Tengo que confesarte que no me gustó tu novela. Tal vez tenga que mentirte: decirte que qué lindo que escribís, elogiarte el libro como haría tu mamá o una persona interesada en tener sexo contigo. O quizás tenga que buscar frases enrevesadas, poco comprometidas, para que mi juicio sea una cosa de nada, insulso, como un vaso con agua puesto en una pecera vacía. Mirá, tu novela flexibiliza el campo de semantizaciones bajo las cuales tradicionalmente hemos percibido la noción de estructura novelística. Che, tu discursividad aboga por la plenitud de la mirada, entendida como efusividad fragmentaria de la no comprensión del mundo. No, ninguna de esas alternativas funcionará. Ni la mentira maternal o noviecil, ni el palabrerío snob sin compromiso. Lo único que valorarás es la confesión. No me gustó tu novela. *** Me acuerdo de la tarde en que me la diste para que la leyera. La llevabas en el bolso, una cuadernola delgada y enrulada. Te la habías estado ca