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Mostrando entradas de octubre, 2020

El placer granulado de la escritura (una entrevista fragmentaria e inconclusa)

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                                                       * Y esta fue la primera y única pregunta que respondió, antes de levantarse y, sin despedirse, desaparecer de mi vista:         —¿Por qué escribís? — Te decía que escribir da lugar a un goce indefinido e infinito. Por una parte, la materialidad de la escritura echa a andar una maquinaria del pensamiento y del cuerpo, de su confluencia y su determinación recíproca; por otra parte, ese goce, un puro placer del texto, para decirlo a la Roland Barthes (¿lo conocés, no? Supongo que sí, si no, no podrías haberme hecho esta pregunta), es una erótica que, revelando, esconde, y viceversa, y que, en la tensión misma que se despliega sobre la hoja, construye una máscara de la que es imposible salir, aun cuando se trate nada más que de eso, una máscara. De cierto modo, cada palabra es un gesto tendido al otro, una búsqueda de su presencia en la página propia, aunque, ciertamente, uno escribe más para uno m

RECOMENDACIONES OFICIALES PARA TIEMPOS PANDÉMICOS

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  Por Santiago Cardozo I Con la llegada de la pandemia y la cuarentena, la enseñanza se vio de inmediato acorralada entre el desafío que implicaba la suspensión de la presencialidad (la acelerada despolitización de la enseñanza, la anhelada conversión a las formas de educación a distancia, fetiche de los últimos tiempos y, sobre todo, de estos ocho meses anormales) y las formas de evaluación de los estudiantes. Enseguida se puso sobre la mesa el problema de la desvinculación de los alumnos del sistema educativo: así, ya no se trataba de enseñar lo que siempre se ha enseñado, sino de mantener el vínculo docente-alumno, instituciones-familias, de modo que los contenidos educativos pasaban a un segundísimo segundo plano (como se viene queriendo desde hace bastante tiempo; como es el deseo de las actuales autoridades educativas, pero también como lo fue, en cierta medida, el de las viejas). Con ello, la idea de la acreditación (¿de qué?, ¿cómo?, ¿por qué?) tomaba inusitada fuerza: habí

GENTE EN OBRA

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Por Noveno Guerra I Hacemos trío con nuestra fantasía y ella comanda. II Resulta injusto decir  me acabo , apenas es el comienzo. III Entre nosotros es cierto que vivimos a las corridas. IV Mirá Quevedo esto sí que es un polvo enamorado. V Cuando te digo me viene algo también se me está yendo. Pintura : Lucian Freud. 

SONETOS DEL PAJARITO

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  Por Noveno Guerra 1. En tiempos posmodernos indiscretos en tiempos a lo Bauman ya sin forma el soneto de antaño se transforma las sílabas desprecian los secretos. Me cercan los cadáveres inquietos de los altos poetas de la norma y el mundo es el zapato de una horma descalza para pies analfabetos. Si el mundo es una mierda qué más queda sino hablar wachiturro en la poesía la poesía amanece como el día también desde la carne que me hospeda. Entierra amigo Poe tu caja oblonga otro cuervo gobierna: la poronga 2. Ya tengo GPS en la poronga con luz incorporada y contraseña una olímpica empresa la diseña la reinventa, la ajusta y la prolonga 30 gigas de RAM, huevo extraíble micrófono inalámbrico potente golosina dietética, caliente dureza de metal aunque flexible tiene AM FM y onda corta desencripta canales y otras yerbas en Booking busca sola, hace reservas aunque veces se cuelga y queda absorta. En verano se viene la siguiente versión de este chupete inteligente. 3. Les presento a Ferna

Tracción a pedal: la revolución en bicicleta (reseña)

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Por Santiago Cardozo González 1.             Después de encontrar el punto de equilibrio, ya no hay vuelta atrás: como por arte de magia, el cuerpo comienza a memorizar la relación con la bicicleta y la gravedad; aprende rápidamente qué tiene que hacer y qué no, y ya no se olvida jamás. De ahí en adelante, todo es alegría, felicidad; el espacio se acorta y el tiempo se calcula de otra manera: la sensación de libertad asociada tiene que ver con esto, con el dominio más amplio y una experiencia diferente del espacio y del tiempo. Pero antes: caídas, raspaduras, enojos, miedos, lastimaduras más graves, y el deseo por el objeto mismo, por la posesión de la bicicleta. Y enseguida: el placer del desplazamiento, del sol en la cara, del viento frío que abre los pulmones y, sufridos, se entregan al aire puro que los ensancha. Más tarde, cuando se retoma el andar, la experiencia de la “eternidad”: vuelven la infancia, el dominio de la mecánica, la sensación de que nunca dejamos d