TOCAR EL VERSO
(...) Una mano escribe sobre la gramosa hoja de un cuaderno: No hay renglones que controlen o encuadren El flujo del pensamiento, Que se dispersa o se dispone sobre el espacio, Buscando la forma, las articulaciones de su cuerpo, Las pulsaciones de la métrica, la música Del otro lado de la sintaxis. Del cielo sombrío de la noche desciende, Resuelto, el recuerdo pétreo de los padres, El imaginado momento en que nos fue dada la vida. Sobre los surcos rugosos de la cara, las líneas Sinuosas del tiempo abren el rostro a la lectura: El poema indaga sobre las mil formas y los mil pliegues Del espíritu. Paralelo, el cuerpo Se dobla sobre la hoja en la que va escribiendo, Con prudencia y discreción, los trazos del metro. Y, en consecuencia, emerge del fondo oceánico una palabra borrosa, Dibujada en las líneas erráticas de una mano infantil Que está aprendiendo a tomar el lápiz