Los doce trabajos de Mr. Word (II)
Por Fabián Muniz Otro día de escritura, otra jornada de trabajo arduo, horas enteras dedicadas a la novela. No dejan de llamarme la atención ciertos subrayados en rojo con los que Mr. Word me comunica sus limitaciones, la frontera que separa lo conocido de lo desconocido. La primera palabra que esta mañana encendió la alarma de nuestro amable Mr. Word fue “reseteándome”. Como es usual, ejecuté el consabido click al botón derecho y di paso al despliegue de opciones: no presté atención a las sucesivas, pero la primera, que me sorprendió, fue “resteándome”, término que desconocía hasta ese entonces. Me dije a mí mismo: “debe ser la conjugación tan compleja, la hermosa y distinguida combinación del gerundio y el pronombre personal enclítico. Veamos qué sucede con el verbo en infinitivo”. Puse “resetear”. El Señor Palabra, emperrado, la subrayó. Qué curioso, me dije, “resetear” es una palabra que Mr. Word debería aceptar, justamente porque es una palabra surgida de “reset”, predominante