Los doce trabajos de Mr. Word (I)
Por Fabián Muniz
Escribí la palabra
"veganismo" en la novela en la que estoy trabajando. El corrector
automático del procesador de texto no la reconoció y la subrayó con rojo
(ahora, cuando escribo esto, ya no la subraya porque la añadí al diccionario
virtual). Curioso frente a ese subrayado, cliqueé con el botón derecho para enterarme del problema, y
se desplegó el habitual cartelito, pero la oferta de Mr. Word era escasa: solo
me ofrecía "vaginismo" para enmendar el supuesto error que yo había
cometido. Si Mr. Word fuera un analizante acostado en el diván de algún
analista lacaniano, o al revés, si fuera el analista lacaniano escuchando al
analizante que yace en el diván, y surgiera una confusión entre
"veganismo" y "vaginismo", viniera del lado que viniera,
habría ocurrido la irrupción del inconsciente. Pero ese acontecimiento
imaginado no sucederá jamás: Mr. Word no tiene inconsciente, ni deseo, ni
reflexión, ni necesita analizar, ni analizarse. Solo tiene una base de datos,
limitada aunque vastísima, y la no coincidencia entre una palabra ingresada por
primera vez en un documento en blanco y los elementos lexicales del reservorio
de Mr. Word, esa no coincidencia, decía, está lejos de parecerse a un lapsus de los que ocurren frecuentemente en los animales de lengua que somos.
Mr. Word no reflexiona. Algoritmea. (Y en este fragmento que escribo ahora
mismo me subraya "algoritmea", justamente, dándome la razón acerca de
su carencia de re-flexión).
PD: (véase, además de “algoritmea”, el resto de las palabras subrayadas por Mr. Word en este texto: ¿existirá algún patrón que explique cuál es el afuera del reservorio de nuestro querido Señor Palabra, cuál la lógica que une a todos los elementos excluidos por el ignoto Señor Palabra?).
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