El afuera del adentro, o la desobediencia de la pizarra
Por Fabián Muniz
1
Voy a empezar con una idea que no es mía. Hay que renunciar a la idea de libertad para
seguir desobedeciendo. Hay que renunciar a la idea de libertad de modo de
seguir emancipándose, dice con gran inteligencia Pascal Quignard en el Tomo
I de la serie Último Reino, titulado
Las sombras errantes.
Quizás uno de los mayores signos de pensamiento
surge cuando se distinguen o, aún mejor, se oponen nociones que en el habla
corriente, bajo el sentido común, no se diferencian en absoluto o se
diferencian muy mínimamente. Quignard opone libertad a desobediencia, a
emancipación. Es un verdadero signo de pensamiento.
Si la libertad como valor absoluto se aferra a una quimera, que es aquella que anhela la ausencia de toda sujeción, un definitivo estarse afuera de todo, una exterioridad radical y absoluta; tanto la desobediencia como la emancipación, por el contrario, suponen un estar siempre adentro, pero bajo el signo de una forma de vida que está permanentemente en fuga de ese adentro. Es posible que para la fabricación de una forma de vida alternativa no se pueda pensar el afuera más que como lo siguiente: estar adentro desobedeciendo sin fin, estar adentro emancipándose permanentemente.
2
En Uruguay toda educación, en mayor o menor medida, tanto la pública como la privada, es estatal, responde a demandas del Estado. Y en mayor o menos medida se adecua, siempre, a una agenda de gobierno, originada en otras latitudes, punto que en este momento no viene al caso.
¿Cómo puede pensarse esta situación de estar en el afuera del adentro, es decir, en desobediencia constante, en emancipación permanente, en fuga continua, dentro del ámbito de la educación uruguaya? Este profesor de literatura, luego de trece años de dictado de clases ininterrumpidos, en varios liceos públicos de Uruguay, se anima a esbozar unas oposiciones y a formular unas someras definiciones, para colaborar con el pensamiento de la desobediencia.
3
Defino educación como enseñanza puesta al servicio de la burocracia que es exigida por una cierta agenda gubernamental de instrucción masiva.
Defino enseñanza como el resto ingobernable del proceso de educación.
Puede haber enseñanza en la educación; pero nunca hay educación en la enseñanza.
Defino docente como funcionario que educa.
Defino profesor como el animal enseñante que siempre está en estado de alerta: alerta por no ser descubierto en su territorio, desobedeciendo a la educación.
Todo profesor es un docente, pero no todo docente deviene profesor.
Defino salón como dispositivo espacial de educación.
Defino aula como territorio en el que se pone en escena una disciplina, un campo de saber, bajo la lógica del agón.
Toda aula es un salón, pero no todo salón deviene aula.
Defino alumno como el producto planificado y proyectado por la educación.
Defino estudiante como animal-aprendiz, que tiembla y ríe ante los asedios de la educación por limitar el deseo y el agenciamiento de su aprendizaje.
Todo estudiante es un alumno, pero no todo
alumno deviene estudiante.
Comentarios
Publicar un comentario