DE LA GENEALOGÍA
Por I. G.
Los árboles de la vereda
Fueron cortados a machetazos:
Adentro, las parras que cubrían
Todo el largo patio delantero
Se secaron con la indiferencia paterna
Y la destrucción de la infancia
En los ochenta.
El cuarto en el que dormía
Amaneció sin paredes,
Rodeado de pájaros con sarna,
De nubes de orfandad y precarias
Varillas retorcidas por la desidia indolente del tiempo
Y de una madre que solo acariciaba
Cuando cerraba la mano para ofrecer el puño.
Los perros y las gallinas del patio
Estaban muertos, comidos entre ellos:
Solo quedaban el olor putrefacto
De la carne desgarrada en la noche
Y el grito inaudible de las cavernas y los hombres
Ensartados en las lanzas
De los conquistadores.
*
Los árboles de la vereda
Fueron cortados a machetazos:
Adentro, las parras que cubrían
Todo el largo patio delantero
Se secaron con la indiferencia paterna
Y la destrucción de la infancia
En los ochenta.
El cuarto en el que dormía
Amaneció sin paredes,
Rodeado de pájaros con sarna,
De nubes de orfandad y precarias
Varillas retorcidas por la desidia indolente del tiempo
Y de una madre que solo acariciaba
Cuando cerraba la mano para ofrecer el puño.
Los perros y las gallinas del patio
Estaban muertos, comidos entre ellos:
Solo quedaban el olor putrefacto
De la carne desgarrada en la noche
Y el grito inaudible de las cavernas y los hombres
Ensartados en las lanzas
De los conquistadores.
*
La extensión de mi familia
Apenas contaba para algunos onomásticos
Y las tristes navidades de caras largas.
El resto del año,
Sus integrantes se miraban
Con desconfianza,
Con la arrogancia en los gestos inmundos
Del cuerpo. Los ojos,
Irritados por broncas y deudas de otros días,
Decían lo que las palabras callaban.
Hoy, todos están muertos,
Enterrados por ahí, sin flores
Ni gusanos.
Dibujo: Silvia Werter.
Comentarios
Publicar un comentario