Dos poemas de la infancia



Por S. C.

(1)

Miedo lejano
                                                 A mi hermana.

Una banderola entre el techo y la pared dejaba entrar
El poco de luz que iluminaba (es un decir)
El escaso tamaño de mi cuarto.
En las noches de tormenta,
Los rayos apenas penetraban
A través de la cortina marrón
Que corría de un lado al otro con un palo diseñado
A tales fines.

El sonido de los truenos y del viento,
La lluvia golpeando en las ventanas de la casa
Provocaban en mi madre un irracional miedo infantil.
Entonces, se levantaba de su cama
Y aparecía, en completo silencio, a los pies de la mía.
Cuando una intensa luz de relámpago finalmente vencía
La resistencia del velo sucio de la banderola
Y mi madre se movía ligeramente sobre mis piernas,
Yo me despertaba con su silueta nítidamente recortada
Sobre el fondo en penumbras,
Como una figura aterradora que quisiera arrebatarme del sueño
Y llevarse mi alma con los suyos.

Varias veces terminaba sentado, de golpe,
Con el corazón en la boca,
Hasta que veía la fragilidad de mi madre
Y el recuerdo mudo que la hacía temblar
A mi lado, como una niña empapada de lluvia
En medio de la calle 
Gritando por sus padres.


(2) 

En una pared lateral del cuarto de mis padres
Estaba la imagen de Chaplin y el pibe
Con la cara de Simón y la leyenda
“Por estos ojos”.
De niño, cada vez que entraba en la pieza
Me topaba con el cuadro que no comprendía,
Que mostraba a dos vagabundos
Y el emblemático nombre propio de los niños
Secuestrados por la dictadura.
Miraba con detenimiento los ausentes rasgos
Del rostro de Simón y la tristeza de corta edad
Que emanaba de la imagen del pibe:
Chaplin los tutelaba
Y yo quería sentarme entre ellos,
Acceder al secreto dolor de sus cuerpos y sus ojos:
Sabía que ese cuadro, ahí, en la intimidad
Del dormitorio de mis padres, pero dado a la visión
Desde la puerta,
Era el signo de algo que, más tarde, me abrazaría
Lleno de lágrimas y de huesos con escalofríos.
Para mí, Simón, Sara, Chaplin y el pibe
Siempre estarán juntos,
Dentro y fuera del cuadro.


Pintura: Francisco Goya, "Disparate fúnebre" (1816-1823).


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